Jose Luis Restán aclara las informaciones contradictorias acerca de monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa: Ha vuelto a su minúscula celda de la cárcel La Modelo
Tras veinticuatro horas de noticias contradictorias, finalmente está claro que monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa y administrador apostólico de Estelí, ha vuelto a su minúscula celda de la cárcel “La Modelo”, en Managua, donde ahora quizás deba soportar, además, la irritación de un régimen al que una vez más no se ha plegado. Este hombre de figura más bien endeble, cuya salud está en riesgo, debería ser hoy portada en todos los medios del mundo. Porque nos ha mostrado varias cosas preciosas que solemos olvidar.Primero, la dignidad de un solo hombre, pobre y vulnerable, frente a la maquinaria de un poder despótico. Le han ofrecido salir de la cárcel a cambio de abandonar su país como un delincuente, despojado de su ciudadanía. Y él, que podría haberse beneficiado legítimamente de una libertad de movimientos de la que ahora carece, ha dicho “no”, mostrando que la libertad tiene una raíz tan profunda que ningún poder la puede extirpar.Segundo, que hay cosas que no tienen precio. Yo habría comprendido que Monseñor Álvarez aceptara el trato, pero él ha preferido entrar por la puerta más estrecha, como dice el Evangelio. Y no es que para él no tengan importancia la libertad de palabra y de movimientos, o una adecuada atención médica. Es que hay en juego algo más profundo y radical que todo eso: la verdad, esa misma sobre la que Pilato interrogó a Jesús, y tengo la impresión de que el tirano de Managua es bastante peor que aquel gobernador romano.Es verdad que fuera de la cárcel y en un país seguro, Rolando Álvarez hubiese sido una poderosa voz crítica contra la dictadura. Sin embargo, él ha optado por el camino más difícil, por el testimonio a través de la cruz (que no es un adorno). Lo que nos ha dicho a todos con esta decisión es que su vida, como la de cada uno de nosotros, está a fin de cuentas en las manos de Dios. Y a diferencia de lo que nos suele pasar, él sí se ha fiado de su Señor.
