Escucha ya la Línea Editorial de este domingo 23 de julio
España vota en pleno verano y con los termómetros marcando máximos. Ningún obstáculo, sin embargo, parece suficiente para impedir una importante movilización ante la incertidumbre de los resultados. Cierto que el PP parte con ventaja en las encuestas, pero en sus filas insisten en que no sobra ni un solo voto. Otra incógnita que resolverá la noche electoral es qué modelo de sistema de partidos depararán las urnas. Con algunos matices, hay una clara tendencia de regreso al bipartidismo imperfecto existente hasta 2015. Una victoria amplia de Núñez Fejóo, uno de los escenarios que perfilan los sondeos, confirmaría este pronóstico. Por el contrario, la alternativa de un PSOE débil, sumando 176 escaños con una amplia amalgama de fuerzas de izquierda e independentistas, supondría una prolongación de la situación actual de fragmentación y polarización, añadiéndose la inestabilidad por las crecientes demandas de los partidos minoritarios.De ahí que a algún histórico dirigente socialista no le haya temblado el pulso al sumarse a la petición popular de no entorpecer que gobierne la lista más votada. No se trata de marginar a las formaciones pequeñas. Bien encauzada, su participación puede ser enriquecedora del debate parlamentario. El problema es cuando esos pequeños partidos adquieren poder de veto y generan el efecto de escorar a los partidos mayoritarios hacia bloques polarizados e irreconciliables. Toca abrir una nueva fase, más serena y constructiva. Pero para eso, debe acompañar la aritmética parlamentaria.
