Curarse del cáncer antes que de la adicción: la otra cara del fentanilo para su uso terapéutico

Curarse del cáncer antes que de la adicción: la otra cara del fentanilo para su uso terapéutico

04/01/2024

Rafael Tuñón sufrió cáncer de garganta y le recetaron el fentanilo para su uso terapéutico. Admite en ‘Herrera en COPE’ que se enganchó a esta sustancia tan agresiva
Es conocida como la ‘droga zombie’. Una persona muere cada cinco minutos en el mundo muere a causa del fentanilo. Las alarmas se activaron hace tiempo, pero en España y en Europa su uso es de uso marginal. No lo es, sin embargo, su uso medicinal y terapéutico. Rafael Tuñón estuvo enganchando al fentanilo. Su uso es común entre los pacientes terapéuticos. En el año 2020, a Rafael le diagnosticaron un cáncer de garganta. Le dieron radioterapia y procedieron a darle «un tratamiento un agresivo».»Era un dolor bastante bestia que te impedía tragar, respirar con normalidad, ellos tienen este daño previsto y te preparan para este proceso», ha confesado. Un proceso, ha recordado, «muy agresivo», y de ahí que opten por el uso del fentanilo para calmar ese dolor. En el año 2020 «tampoco había tanta información, esas imágenes no habían llegado como ahora y no estaba condicionado». El fentanilo, ha confesado, es «parecido a la morfina pero muchísimo más fuerte». Una sensación «a lo bestia» y con «placer físico»Rafael ha admitido que la primera vez se puso un trozo de parche. «Al principio no noto nada, pero al ser un parche y tardar un rato en absorberse, de repente no me duele nada», ha recordado. «Ya puedo hablar, de repente me noto muy bien y cuando pasa ese momento, de repente noto un placer, un gusto que me viene desde el estómago hacia arriba que podría compararse con una relajación extrema, siendo totalmente consciente, como cuando te vas a quedar dormido, todo el cuerpo se suelta y notas esa relajación». Esa sensación, ha dicho, se experimenta, «a lo bestia». Era tal placer que, incluso, él era consciente de que no «venía tampoco de ninguna noticia buena». Estos parches tenían que cambiarse cada 72 horas. O al menos, al principio. Desde el segundo parche, Rafael se dio cuenta «de que la cantidad en sangre no es regular, sino que va teniendo picos. A los días ya no me hace el mismo efecto, necesito aumentar la dosis. Me quería poner uno cada 24, pero no me dejaron». Cuando dejó de tomarlo, notó palpitaciones, una especie de «mono», le dio «un bajón». Le dieron morfina, pero eso nunca generó el mismo efecto. «Yo decía «¿cómo es posible, si la morfina es morfina? No sabía que estaba mucho más arriba», ha confesado. «Me di cuenta de que estaba enganchado a una cosa más fuerte que la morfina», ha admitido. De hecho, ha llegado a confesar que incluso se curó antes del cáncer que de la propia adicción al fentanilo.