Durante los días grandes de las fiestas de San Froilán, las casetas de los bancales del parque de Rosalía de Castro, así como las pulperías que inundan el centro de la ciudad, son un hervidero de actividad. Sin embargo, esta deliciosa tradición también tiene su eco en los pueblos cercanos, donde los concellos vecinos se suman a la celebración con sus propios espacios para saborear el plato estrella.
En lugares como Guillar, Outeiro de Rei o incluso en pequeñas parroquias rurales, el pulpo es el auténtico protagonista. Un ejemplo de esta expansión festiva lo encontramos en el Restaurante González de Outeiro de Rei, donde este año han instalado una carpa especial para ofrecer el pulpo traído directamente desde O Carballiño, una de las mecas de este manjar gallego. La colaboración entre hosteleros locales, como Óscar Vilaboa, y pulpeiros de toda la vida, como Manel y Emilia Valeiras, garantiza un resultado inmejorable: el pulpo «á feira» en su punto justo.
El precio de la ración es de 16 €, pero quienes lo prueban coinciden en que el sabor lo vale. «Pulpo como tiene que ser», comentan los comensales. Y es que, más allá de las festividades y la devoción, el pulpo en San Froilán es una experiencia gastronómica que se ha convertido en parte esencial de la identidad de Lugo y sus alrededores. Cada bocado es un reflejo de tradición, no solo culinaria, sino también social: familias, amigos y visitantes de toda condición se reúnen en torno a las mesas para compartir mucho más que comida. Es una celebración de la hospitalidad gallega, de la amistad y de los lazos que se estrechan bajo el aroma de este delicioso plato.
